Hace 45 años, cuando la profesora de danza clásica Tuchi Tourón decidió irse de Gualeguaychú, citó a su alumna Elisa Zonis, junto a su padre y a su madre, para preguntarles si estaban de acuerdo con que Elisa se hiciera cargo de su instituto, que ya contaba con numerosos alumnos. Elisa bailaba desde los 3 años y su profesora, atenta a sus condiciones, había ido adelantándole años del profesorado. A su vez, Elisa también cursaba un año adelantada el colegio secundario.
Ante el ofrecimiento de la profesora que estaba decidida a dejar la ciudad, Elisa aceptó el desafío sabiendo que contaría no solo con el apoyo de sus padres sino también de su hermano Marcos. Paralelamente comenzó a perfeccionarse en el Teatro Colón, donde acentuó su pasión como bailarina. A los 17 años fue becada en la escuela Municipal de la ciudad de Mar del Plata, donde tuvo la oportunidad de conocer nuevos maestros y a sumar experiencias. A esa misma edad, tuvo que tomar otra gran decisión luego de que una de las profesoras del Colón le informara que contaba con el ingreso al cuerpo del ballet estable. “Fue un momento muy importante y significativo; tenía que tomar la decisión de lo que quería hacer: si seguir con la docencia o con mi carrera como bailarina”, recordó Elisa Zonis a poco más de 40 años de aquel momento crucial en su vida.
La sonrisa con la que da las clases y el amor con el que recibe y despide a cada una de sus alumnas y alumnos demuestra que no se arrepintió de la decisión tomada: “Decidí seguir como docente en mi querida ciudad, donde ya estaba mi corazoncito puesto, y a su vez continuar estudiando y perfeccionándome, algo que hago hasta el día de hoy”.
¡Amo lo que hago!
“Es una gran satisfacción y un privilegio poder seguir enseñando y bailando como el primer día. Cada año que comienzo digo ¡Amo lo que hago! y lo transmito de la misma manera con mucho amor, respeto y sobre todo cuidando la calidad humana de cada alumno que ingresa a mi querido Instituto que se identifica con el lema de ‘somos una gran familia’. Así se vive y así se siente porque el alumnado se compone de maternal, jardín, primaria, secundaria y egresadas. Todos pueden bailar y todos tienen algo lindo para ofrecer”, expresa Elisa quien tiene “innumerables” razones para recomendar lo que ella define como “esta hermosa actividad”. Principalmente porque “nos deja una formación no solo en la parte física sino también en lo espiritual y humano, transmitiendo la importancia del compañerismo, la solidaridad, la empatía y el amor hacia lo que hacemos”, y agrega que en su Instituto, al terminar el colegio secundario las alumnas se reciben de Profesora de Danzas Clásicas.
45 años de danza
Al ser consultada sobre cuáles han sido los cambios más relevantes en el transcurso de estos 45 años, observa que “desde sus comienzos a la actualidad han surgido muchos cambios. Como en todas las profesiones, siempre tenemos que seguir actualizándonos y perfeccionándonos, ya que todo avanza y para esto cuento con un equipo de profesores que me acompañan como Marina Roa (Profesora de Danzas Clásicas) y Mercedes De Cillis (profesora de Jazz y Contemporáneo, egresada en el UNA). Juntas realizamos cursos de capacitación para ofrecerle lo mejor a cada uno de nuestros alumnos, como ellos se lo merecen”.
Respecto de la participación de alumnos varones, señala que “generalmente los varones se incorporan cuando están terminando el secundario, no tan de chicos” y que tras la pandemia, luego de ver a sus hermanas tomar clases por Zoom, muchos han querido sumarse.
Sabina Melchiori