Juan José Nágera y Martín Doello Jurado integran aquella notable generación de naturalistas argentinos de fines del siglo XIX y principios del XX que dieron aportes invaluables al campo de la biología, geología, geografía y paleontología, elevando el nivel científico y académico del país. Ambos gualeguaychuenses pasarían a la historia como parte de este selecto grupo integrado por figuras como los hermanos Florentino y Carlos Ameghino, Eduardo L. Holmberg y Ángel Gallardo.
El gran pionero de la geología y la geografía nacional
Hijo de Juan Nágera y Josefa Ezcurra Hualde de Ezpeleta, Juan José nació en Gualeguaychú el 22 de mayo de 1887 y murió en Buenos Aires el 15 de mayo de 1966. De niño, desarrolló un vínculo con la naturaleza al explorar el río y los montes de la zona, y despertó su temprano interés por la ciencia gracias a sus maestras de la actual Escuela G. Rawson, en especial la “señorita” Bugnone.
Nágera se formó en la Universidad de Buenos Aires y fue el segundo diplomado como “Doctor en Ciencias Naturales, Mención Geología” y el primer argentino matriculado del Consejo Profesional de Geología, por lo que se lo considera como uno de los primeros geólogos patrios junto con el Alférez José María Sobral, otro gualeguaychuense. Sus aportes dentro de su campo de investigación resultaron fundamentales para conocer en profundidad nuestro territorio y pensar la soberanía tal y como la conocemos.
Durante 25 años, realizó estudios empíricos en la geografía argentina, al tiempo que viajó por el resto del continente, Europa y Asia. Entre sus varias obras científicas, se destaca “Mar libre. Doctrina”, en la cual realizó una revolucionaria innovación en el Derecho Internacional, al justificar la soberanía de los Estados sobre el mar epicontinental.
La “doctrina Nágera” fundamentó la teoría de las 200 millas y propuso extender la soberanía argentina más allá del mar territorial hasta alcanzar el borde de la plataforma continental.
Lejos de quedarse meramente en esta idea, a sus 76 años, impulsó el Decreto Ley 1386/44 donde se extendieron por primera vez las reservas mineras al Mar Epicontinental Argentino, lo que representó así la primera manifestación de soberanía que el Gobierno nacional ejerció sobre la plataforma continental. Dos años más tarde, el Decreto 14.708/46, firmado por Juan Domingo Perón y vigente en la actualidad, complementó la norma anterior e inició una serie de políticas que irían en este sentido.
Otro de sus grandes méritos, fue la realización de su “Atlas Geográfico”, en el cual hace un llamado a los futuros cien geólogos que el país necesita (Nágera, 1926) y los manuales de geografía en los que sustenta su teoría del “Mar Libre”.
El científico gualeguaychuense también fundó junto a otros científicos de su generación la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos y la Sociedad Ornitológica del Plata, Además, fue cofundador y primer presidente de la Asociación Geológica Argentina. Como parte de su extensa labor, fue profesor de las universidades de La Plata y Buenos Aires, y publicó diversos artículos de divulgación científica en revistas y periódicos del país.
Es sabido que Nágera siempre mantuvo un alto aprecio por su tierra natal. Escribió para los 150 años de la fundación de Gualeguaychú: “Tiene ganado el digno prestigio del que goza. Sus hijos han hecho honor a la educación del hogar paterno y a la que recibieron de sus inolvidables maestros”.
La ciudad, por su parte, también ha sabido recordarlo: además de la calle y la escuela que llevan su nombre, hay un llamativo monumento en el Parque Unzué -que todos conocen y quizás pocos sepan- que está dedicado a él. Al verlo, algunos lo confunden con “un barco a vela” o “una pirámide”, pero se trata de una expresión simbólica de su pensamiento científico, que representa las distintas dimensiones de sus investigaciones (local, regional, nacional e internacional) representadas -como si fueran las páginas de un libro- por cinco triángulos de diferentes tamaños, en los cuales están inscriptas distintas frases del geólogo.
Un académico, un impulsor, un viajero
Martín Doello Jurado nació en Gualeguaychú un 4 de julio de 1884, fruto del matrimonio entre Gervasio Doello y Modesta Jurado Villanueva, y murió en Buenos Aires el 9 de octubre de 1948. Al igual que Nágera, despertó su pasión por la naturaleza durante su infancia en Gualeguaychú, sin sospechar que se convertiría en un prestigioso biólogo, paleontólogo y oceanógrafo.
Luego de asistir al Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, se marchó a Buenos Aires para estudiar la carrera de Derecho, algo que al poco tiempo abandonó para seguir su verdadera vocación. Cuentan sus biógrafos que en la gran ciudad conoció al científico Eduardo Ladislao Holmberg, cuya influencia se volvió determinante para que Doello Jurado abrazara la carrera naturalista. Así, ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires, en la que no solo estudió, sino que también comenzó su labor docente como ayudante de Zoología en 1910.
Luego, en 1913 ingresó al Museo de Historia Natural de Buenos Aires (hoy Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”), cuya dirección asumió una década más tarde y mantuvo hasta 1946. Parte del enriquecimiento y ordenamiento del nuevo museo se debe a sus afanes y a su capacidad para reunir a valiosos colaboradores. Dado que realizó un estudio sistemático de los moluscos actuales y fósiles, creó años después la sección de moluscos e invertebrados del museo, que se inició con las colecciones hechas por él mismo a bordo del crucero “Patria” en 1914.
En uno de sus viajes de exploración marítima, en 1918, comprobó frente a las costas de Mar del Plata una fauna de fondo de carácter magallánico-antártico y fue uno de los promotores del movimiento de protección de la flora y fauna autóctonas mediante la creación de parques y reservas nacionales. Tal es así que presidió la comisión constituida al efecto en 1925 e integró la Comisión del Ministerio de Agricultura de la Nación para la organización del Gran Parque del Sur (Nahuel Huapi).
Sus viajes por la Argentina y el exterior se deben a que Ángel Gallardo, a quien consideraba su maestro, lo nombró “Naturalista Viajero” del Museo Nacional de Historia Natural. Así fue que realizó campañas hidrobiológicas y paleontológicas por Comodoro Rivadavia en 1917, Puerto Belgrano en 1920 y Tierra del Fuego en 1921; de esas exploraciones descubrió la existencia en los mares argentinos de organismos que se creían extintos. Viajó por Alemania y trajo a su regreso los elementos que sirvieron de base al gabinete de paleontología del museo; fue como delegado al decimotercer Congreso Geológico Internacional en Bruselas en 1922, y diez años más tarde fue jefe de la misión científica del Museo Argentino en Bolivia.
Pero como si esto fuera poco, Doello Jurado también ejerció la docencia en geología y paleontología, publicó decenas de artículos en revistas científicas y académicas en Argentina y el exterior, e integró numerosas instituciones de las que ocupó cargos importantes: fue uno de los fundadores de la Asociación Aves Argentinas y de la Asociación Argentina de Ciencias Naturales; presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas de Córdoba; presidente de la Sociedad Ornitológica del Plata; y miembro honorario de las sociedades malacológicas de Inglaterra, Francia y Alemania y de la Sociedad Científica de Chile.
En la actualidad, la labor incansable de estos gualeguaychuenses fascinados por la naturaleza y el conocimiento es recordada y perpetuada en universidades e institutos de todo el país. El tiempo dirá quiénes serán los próximos hijos e hijas de nuestra ciudad que ganarán su lugar en los libros de historia.
Fuente: Matías Daniel Venditti (Ahora ElDía)