El 28 de agosto de 2004, luego de padecer durante siete años un cáncer pulmonar, murió en Buenos Aires el escritor Isidoro Blaisten. Su amigo de juventud, Antonio Requeni, dijo que Ike había sobrellevado la enfermedad con estoicismo, ejemplar heroicidad y que no había perdido su bonhomía ni su afán por escribir. Sin embargo, los buenos escritores nunca mueren del todo, pues sobreviven a través de sus libros. En tal sentido, Blaisten ha sido un autor afortunado, porque sigue vigente. Veamos qué ha ocurrido con él en estos últimos años: en 2014, el joven editor Gito Minore volvió a publicar Sucedió en la lluvia, único poemario de Blaisten, ausente en las librerías desde 1965. Lo mismo hizo, en 2017, Ramón D. Tarruella con Carroza y reina (1986), un tremendo libro de cuentos. En 2017, la Editorial de Entre Ríos imprimió mi ensayo, Vida en obra. Una biografía de Isidoro Blaisten y espero que sirva para que nuevas generaciones de lectores se acerquen a él. A fines del 2018, Juan Forn reeditó Anticonferencias (1983) para la multinacional Alfaguara.
Ike había nacido el 12 de enero de 1932, en la pequeña colonia judía de Walter Moss, a 20 kilómetros de General Campos, ciudad entrerriana que ahora lo cuenta entre sus hijos dilectos, junto con el dramaturgo Samuel Eichelbaum. Su niñez transcurrió en plena década infame, cuando se produjo el descalabro de las pequeñas empresas agrícolas, la caída de la economía rural, la desvalorización de las tierras y la pauperización de las familias campesinas. A este panorama tan sombrío se le sumaban las plagas de langostas, los cuatreros, los asesinos y los policías corruptos que hacían la vista gorda cuando las víctimas eran judíos. Pero el peor golpe para los Blaistein, tal era el verdadero apellido, fue la muerte de David, el padre, que determinó el éxodo de la familia hacia Capital Federal. En esa ciudad, al futuro cuentista todavía lo esperaban momentos muy duros: en 1942 murió su madre, Dora Gliclij, y en 1945 asesinaron de un balazo a Enrique, su hermano favorito. El dolor por estas muertes se reflejó en poemas que escribió más tarde. Pero vayamos paso a paso: su calidad de huérfano lo dejó al cuidado de sus cinco hermanas mayores, que se turnaron para criarlo y mimarlo. Sin embargo, el niño sintió el desarraigo y creció con la idea de que no pertenecía a ningún sitio, que era una verdadera molestia y en todas partes estaba de más. Tal como lo hizo en los poemas dedicados a su madre y a Enrique, en sus relatos también habrá niños huérfanos, sin hogar y al cuidado de sus cuñados. Cerrado por melancolía (una de sus historias más celebradas) y Príncipe de los vikingos son claro ejemplo de ello.
Vida en obra, mi ensayo ganador del Premio Literario Fray Mocho, analiza esta costumbre blaisteniana de incluir datos autobiográficos en sus escritos. El aspecto autorreferencial es fascinante en Blaisten, porque “cuenta” las cosas desde su punto de vista. ¿Cómo podría ser de otra manera? Sin embargo la subjetividad de Ike es, en algunos casos, bastante cuestionable. En febrero de 1959 se casó con Miriom Scheine Kuperstein y con ella engendró a su única hija, Débora Adriana. Hacia 1967 el matrimonio se disolvió por desavenencias irreconciliables. De allí en más, el autor reservará algunos dardos envenenados para su ex esposa: la llamará “la mujer muy mala”, la convertirá en objeto de venganza literaria y se burlará de ella en personajes como la Maruja (la bruja) de Dublín al sur, a mi entender, su relato mejor logrado.
¿Cuáles fueron las consecuencias de la ruptura matrimonial? Miriom era maestra y mantenía la familia porque Blaisten, fotógrafo circunstancial, carecía de empleo e ingresos fijos. A esto se le sumó la decisión de Isidoro de dedicarse de lleno a la literatura: estudiar, leer y escribir. Lo cual era incompatible con cualquier expectativa de obtener un trabajo estable y remunerado. La vital elección de Blaisten se debió al progresivo reconocimiento de su trabajo como escritor: en 1964, la revista Hoy en la Cultura premió su relato Tonini; en 1965, el Fondo Nacional de las Artes le concedió el dinero para la edición de Sucedió en la lluvia, su único libro de poemas; en 1968, la revista literaria El grillo de papel galardonó su cuento El tío Facundo. Fiel a su estilo, Blaisten nos revelará el momento de la ruptura matrimonial en relatos como La puerta en dos, El remate, El gran poeta o La carta y el cuento, todos ellos incluidos en los volúmenes de La felicidad (1969) y La salvación (1971).
Me detendré brevemente en este, su tercer libro publicado, que incluye obras maestras como Victorcito, el hombre oblicuo o Mishiadura en Aries, entre otros, porque el tema de la salvación es tan recurrente en Ike como en Abelardo Castillo, uno de sus maestros. Según ambos narradores, todas las personas nacemos con un pecado original, el de la mediocridad. Pero existen tres maneras en que los mortales podemos salvarnos de una vida gris e intrascendente: a través del amor, del humor y del arte. Es curioso ver cómo el autor es consecuente con este tema, el de la salvación, a lo largo de toda su producción literaria.
Ahora continúo con esta breve reseña biográfica: Con los años, los libros y los premios, también vendrán otras mujeres, como la hermosa artista plástica Ana Tarsia, con la cual vivió, según él mismo confesó, los mejores años creativos de su carrera. Estos años, que van desde 1971 a 1980, son más o menos coincidentes con el período en que fue dueño de una pequeña y famosa librería en la esquina porteña de San Juan y Boedo. Durante ese lapso publicó El mago (1974), segundo Premio Municipal de Narrativa y Dublín al sur (1979), con el que obtuvo el tercer Premio Nacional de Narrativa. En 1981 comenzó a convivir con quien luego fue su segunda esposa, Graciela Melgarejo. Con ella dio a luz sus siguientes libros: Cerrado por melancolía (1981), Anticonferencias (1983), segundo Premio Municipal de Ensayo; Carroza y reina (1986), primer Premio Municipal de Narrativa; Cuando éramos felices (1992); Al acecho (1995), primer Premio Nacional de Narrativa y Premio Fundación Feria del Libro. A estos galardones hay que agregar el Premio Esteban Echeverría (1990); el de la Trayectoria Artística, concedido por el Fondo Nacional de las Artes (2001); dos Konex de platino (1994, 2004) y la designación como miembro de número de la Academia Argentina de Letras (2001).
¿Se salvó Blaisten? Yo creo que sí. Y, según su propia teoría, de las tres maneras posibles. Porque todas las personas que lo trataron y con las que me entrevisté, hablaron de él con mucho cariño. Las distinciones y reconocimientos obtenidos en vida, además de las traducciones de sus libros al alemán, francés, portugués, croata y otros idiomas, hablan maravillas de sus dotes literarias. En lo que respecta a la salvación por el humor, les diré que su última obra fue una novela llamada Voces en la noche y está tan cargada de comicidad, ironía y finura, que el lector llega a olvidarse que fue escrita y corregida en medio de la agonía de un cáncer en su etapa terminal. Efectivamente, la novela fue publicada por Seix Barral Biblioteca Breve dos meses antes de su fallecimiento, es decir, en junio de 2004.
En qué medida su sentido del humor y la escritura habrán aliviado los dolores de la enfermedad, es imposible saberlo. Lo que sí puede afirmarse es que aquella decisión tan personal que Ike tomó en los ’60, la de arriesgarlo todo en el afán de ser un buen escritor, fue acertada: debió superar su crisis emocional y esforzarse mucho para imponerse como intelectual de renombre, pero finalmente Isidoro Blaisten obtuvo la salvación.
José Luis Pereyra
Docente y escritor (ganador del Premio Literario Fray Mocho 2015)