Marcos Pereyra, el victoriense nominado a los Premios Gardel

Marcos Pereyra Cantante, así figura en Facebook. En su foto de perfil, precisamente, se lo ve cantando de pie en un escenario y tocando la guitarra. En la portada de la misma red social aparece nuevamente la guitarra ─en primer plano esta vez─ y sus manos haciendo vibrar las cuerdas en sol mayor. Su publicación más reciente es el recuerdo de los años de amistad con Antonio Tarragó Ros.

No llevamos ni un minuto de navegación por una de sus redes y ya podemos inferir unas cuantas cosas de este joven que ha sido nominado a los Premios Gardel en el rubro “Mejor álbum de chamamé”, por su disco “Canciones”. Lo que salta a la vista es su dedicación absoluta a la música y su relación con nuestro folclore, algo que ─a la luz de los hechos─ ha dado sus buenos frutos y recompensas.

Marcos Pereyra nació en la ciudad de Victoria hace 33 años, en una familia que tenía la costumbre de escuchar las canciones románticas de Carlos Torres Vila y a uno de los intérpretes más destacados del litoral, también vecino de su ciudad: Octavio Osuna. Hoy, bajo la luz de una mirada analítica sobre sus gustos musicales, Marcos considera que aquello que escuchaba de niño lo definió: “Me llega el chamamé romántico, es mezcla, ese gusto y sentir”.

A la guitarra, ese instrumento que hoy es parte incuestionable de su identidad, aprendió a tocarla después de tanto insistirle a su papá, un peón rural que había aprendido a descifrarla solito, a puro oído y paciencia, y que cuando llegaba de trabajar, cansado, se apartaba con ella y la hacía sonar. Marcos quería que su papá le enseñara esa magia, pero siempre recibía por respuesta un no, o un después. Un día, cansado de esperar, aprovechó la ausencia de su papá en la casa, fue hasta donde estaba la guitarra, tomó una moneda y la rayó con rabia. Su mamá fue quien interpretó el mensaje y se lo hizo entender a su papá. Ese fin de semana, Don Lino, entre la rabia y la comprensión le enseñó a su hijo de 5 años dos notas: el sol y el dominante de sol, lo que Marcos llamaría “sol y su compañero”. El fin de semana siguiente, cuando su papá volvió a la casa tras haber trabajado en el campo toda la semana, Marcos le mostró los acordes que había sacado por su cuenta. Como aquel fin de semana, ahora Lino también siente orgullo por lo que su hijo ha logrado con la guitarra.

“Canciones”
Tras 15 años de formar parte del dúo con Franco Giaquinto, Marcos empezó su carrera como solista, lo que implicó realizar dos viajes a Estados Unidos para tocar en el Festival Argentino que se realiza en Washington y también su participación en la delegación entrerriana en Cosquín; pero a este cambio en su camino artístico le hacía falta un disco, un material para mostrar lo que hacía sin ser parte de un dúo. Así nació “Canciones”, como una necesidad.

No lo hicimos pensando en lograr algo, sino en mostrarme como solista, tener un material, jamás pensamos que seríamos postulados y menos, nominados”, aclara. Allí, Marcos presenta temas propios y otros que ya venía interpretando, como “Nunca te olvidé”, de Antonio Tarragó Ros. Más de la mitad fueron grabados en vivo, en Estudios Río, de Claudio Kadur, en Diamante; lo cual, según Marcos, ayuda a mostrar de manera más sincera las canciones: “Tiene lo lindo de lo imperfecto, pero además suena bien porque Claudio Kadur es un alquimista de la grabación, con nada se prende un fuego”.

Los escenarios como parte de su vida
La primera vez que Marcos se subió a un escenario, no aguantó las ganas y se hizo pis encima. Sin embargo, lejos de abandonar el espectáculo y salir corriendo, siguió tocando estoicamente las tres canciones que faltaban. Aquella presentación de “Las guitarras chamameceras” (conjunto que integraba junto a su hermano Silvio y un amigo) en octubre de 1993, en el predio de la Sociedad Rural de Victoria, lo marcó, pero para bien. Porque con penas 6 años conoció su fortaleza delante del público.

Hoy, con varios escenarios en su trayecto, prefiere los más chicos donde puede apreciar las caras de la gente, conversar y lograr el clima propicio para que se aprecie el contenido de la música. No se imagina una vida sin música “Vivo de la música, creo que en Victoria soy el único que se animó a vivir de la música y no me ha ido mal. La música me permitió conocer lugares y gente hermosa, me he enamorado gracias a la música… me levanto y soy músico, me acuesto y soy músico, ando todo el día con la música en la cabeza”.

La nominación
“Canciones”, de Marcos Pereyra, comparte terna con “Diferente”, de Javier Solís; “Chamamé aborigen 2 Bailanta de campo”, de Fuelles Correntinos; “Mi Argentina es Chamamé”, de Miguel Figueroa y su conjunto Amanecer Campero; “Che mba ‘epu” de las Hermanas Vera y Mirta Talavera; “Felicidades al corazón”, de Monchito Merlo y su conjunto; “Guaina Guitarra”, de Las guitarras de Curuzú; “Una mano da la otra”, de Los hermanos Zalazar.

Sé que es importante pero es algo más de las cosas que ya se hicieron y de las que quedan por hacer”, manifestó Marcos, quien se enteró de la nominación a través de las redes, al ver las notificaciones, y admitió: “No me hago muchas expectativas”.

Proyectos
Además de cantar, tocar la guitarra y componer, Marcos Pereyra disfruta mucho del trabajo de producción, y en ese sentido ya está avanzando en la grabación de un disco de la Delegación de Entre Ríos “porque esa delegación fue un antes y un después por lo representativa, ese conjunto de personas es una cosa increíble”, así como también en su próximo disco solista y en un disco homenaje a Octavio Osuna, quien para Marcos es “el Dios de la composición” y siente que le debe y se debe un disco homenaje.

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