El 26 de julio se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Evita, lo que da pie para recordar cuatro momentos, en que una de las figuras más trascendentes de la historia argentina, visitó la capital entrerriana.
Evita fue por primera vez a la ciudad de Paraná, en sus comienzos como actriz, tenía 17 años. Actuó en el Teatro Municipal 3 de Febrero de la capital entrerriana el sábado 26 de septiembre de 1936. Formaba parte del elenco de la Compañía Argentina de Comedias Cómicas, que interpretaba en gira nacional la obra de cuatro actos “El beso mortal”, de Louis de Gouraviec; auspiciada por la Liga Argentina de Profilaxis Social. En realidad fueron cuatro funciones: la primera el sábado a las 21.45., y tres al día siguiente, el domingo, en los horarios matinée, familiar y noche. La obra era un drama, de carácter moralista, típico de los que todos los elencos que realizaban una gira por el país representaban. Evita aquí realiza un papel secundario, todavía no era una de las figuras nacientes del radioteatro y el cine, pero al menos ya se encontraba formando parte de una compañía que tenía buena reputación artística. Su presencia ese fin de semana en la ciudad quedó registrada en el afiche que imprimió el Teatro 3 de Febrero, y que tiene los nombres de actores y actrices y una síntesis de la trama.
Seguramente no imaginó que diez años después volvería a la ciudad, tampoco habrá imaginado en qué circunstancias. Ya era una actriz de la radio y el cine, con la presencia en tapas de varias revistas del mundo artístico, y en publicidades. Llegó acompañando al coronel Juan Domingo Perón, en su campaña proselitista por el país, buscando la presidencia, luego de aquel punto de quiebre que significó para su carrera política lo sucedido el 17 de octubre del año anterior. Fue el lunes 4 de febrero de 1946, a bordo del vapor París, a las 13.20 aproximadamente. Pero no se detuvo en Puerto Nuevo, sino que lo hizo a la altura del puerto de Bajada Grande, varios metros más allá de ese punto, río abajo. A las 14.30 se le acercó una lancha de la Subprefectura de Paraná, con algunos representantes de su partido, el Laborista. Más tarde, en un cambio de plan, finalmente el París atracó en el Puerto Nuevo de Paraná y a las 17.10 recibió a otros representantes partidarios. Luego el propio Perón, quien viajaba acompañado de su esposa Evita, descendió de la embarcación para ir, en un auto cerrado, hasta el lugar del acto que se desarrolló en un escenario montado en la Avenida Costanera (la actual Avenida Laurencena, que corre paralela al río Paraná). Evita se quedó en la embarcación. Mientras tanto, en ese punto de encuentro del acto partidario, una masa importante de obreros del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, empleados provinciales y municipales de distintos sectores, y un importante número de mujeres y niños, lo recibieron calurosamente, complacidos por poder ver de cerca al coronel del que todo el mundo hablaba. Desde el sitio que le habían reservado como orador. Es evidente que Evita todavía no había desarrollado su despliegue político y eso explica quizá su perfil bajo guardado en esta visita que guarda la paradoja, de que contó con una gran cantidad de manifestantes femeninas, provenientes de fábricas y otros sectores para conocer de cerca a Perón, que finalmente resultaría electo presidente ese mismo año, el 24 de febrero y asumiendo su cargo a los pocos meses, el 4 de junio de 1946.
Dos visitas como primera dama
Este 2020, lleva a recordar con más importancia las dos visitas que realizó como primera dama. Pues se cumplen 70 años de las dos que realizó en 1950.
El 2 de marzo de 1950, llegó en tren a la Estación de Ferrocarril y desde allí durante la jornada hizo un recorrido que le permitió tener un amplio contacto con el pueblo que de todos lados se acercó a verla.
El acto principal de su recorrida por la capital entrerriana fue un emotivo discurso que brindó ante una gran multitud, en horas de la tarde, en la Plaza 1° de Mayo, desde un palco montado en la puerta principal del edificio del Correo Argentino (25 de Mayo y Monte Caseros). Desde ese lugar Eva Perón anunció la concreción de la Escuela Hogar de Paraná, con los fondos de la Fundación que llevaba su nombre, con 1.500 camas para las niñas y niños entrerrianos de escasos recursos y marginales en Paraná; y además la inauguración de un hospital en Concordia y otro en Gualeguaychú. Marcando de esta manera que tanto para el gobierno nacional, como provincial, la Salud Pública y el cuidado de la niñez y la ancianidad, estaban dentro de las prioridades de la agenda del Estado.
Su llegada en esa jornada se dio en el marco de una gira por todo Entre Ríos, que realizó en tren, apoyando la candidatura a gobernador del general Ramón Amancio Albariño. Este militar fue un gran amigo de Juan Domingo Perón, desde los tiempos en que el líder justicialista llegó como un joven subteniente a Paraná en el inicio de su carrera. Siendo hombre de su plena confianza, era una pieza clave en vísperas de la implementación del Segundo Plan Quinquenal. Tres días más tarde, efectivamente Albariño ganaría las elecciones y sería el nuevo representante del Poder Ejecutivo de la provincia.
Ese día Evita, visitó el predio donde se iniciaban las obras de la Escuela Hogar, que ya se estaba construyendo desde hacía un año; y además colocó la simbólica piedra fundamental, según publicó la prensa local a través de la cobertura realizada y publicada en los días sucesivos. También, preocupada por la consolidación de la Rama Femenina Peronista, visitó la sede de este movimiento ubicada en calle Alem 18, y que conducía su amiga personal, la delegada censista Juana Larrauri. La primera dama además fue recibida por el entonces gobernador Héctor Domingo Maya en la Casa de Gobierno.
Aquella vez poco espacio en blanco quedó en toda la superficie de la plaza. El techo de los colectivos de distintas delegaciones del interior fue también un lugar apropiado para tener una mejor visión, tanto como las copas de los árboles y las columnas de los faroles. La gente del interior había llegado en camiones, micros, bicicletas, sulkys y hasta carros rusos de cuatro ruedas tirados por caballos. Delegaciones escolares, enfermeras de la Fundación, obreros de distintas procedencias, y el público en general, completaron el escenario de una jornada memorable.
Perón y Evita vuelven a Paraná: el 23 y 24 de mayo de 1950, aquellos dos días memorables
En una siesta de otoño llegaron a Paraná en el yate presidencial Tequara Juan Domingo Perón y Eva Perón. La visita oficial anticipó las celebraciones de un aniversario más del 25 de Mayo de 1810. El doctor Héctor Domingo Maya le entregó ese mismo día la gobernación de Entre Ríos al general Ramón Albariño; ambos eran fieles adherentes a la causa de Perón. El Presidente y su esposa aumentaron la importancia y la expectativa del acto de traspaso de mando pues decidieron estar exclusivamente para esta ocasión. Toda la gente los quería ver bien de cerca. El mandatario y la primera dama se quedaron hasta el otro día, cumpliendo una nutrida agenda.
Llegaron al puerto de Paraná a las 14 horas del martes 23 de mayo de 1950, en una jornada de sol radiante. Para los simpatizantes del primer trabajador y su mujer, el clima fue un alivio, ya que el cielo nuboso con presagios de lluvia de los días anteriores hacía prever que la visita sería un tanto accidentada por la precipitación pluvial.
El motivo era para asistir a la asunción del general Ramón Amancio Albariño. Albariño era un militar realmente eficiente en distintos planos del arma, y amigo personal desde la juventud de Perón, cuando fueron compañeros en el Regimiento 12. Los tiempos de oficiales novatos habían pasado, y ahora los dos amigos se encontraban en otro tramo de sus carreras. Perón tenía en Albariño a otro hombre de mucha confianza y lealtad al frente de Entre Ríos. “Paraná está de fiesta. La expectativa y el entusiasmo suscitado por la presencia de tan distinguidos huéspedes se ha manifestado ya en todos los lugares de la ciudad, donde desde el domingo se viene registrando un inusitado movimiento. Aumentando en forma intensa con la llegada de visitantes del interior de la provincia y de otros lugares de la República que han querido participar de los actos preparados en honor del general Perón y su señora esposa”, expresa uno de los artículos de la primera plana del diario La Acción, de Paraná, de ese día 23. “La capacidad de los hoteles, casas de pensión, han sido colmados y las calles de la ciudad, bares, restaurantes, plazas y paseos se vieron ayer con un público extraordinario, como pocas veces se dio de presenciar”, agrega la publicación, describiendo las jornadas previas a la llegada, que fueron vividas —según el relato— con mucha ansiedad. El día de la llegada, tanto el gobierno provincial como el municipal declararon a la pareja huéspedes de honor, por la importancia de esta visita en todo sentido.
Indudablemente, esa jornada y la siguiente fueron dos típicos y recordados San Perón, como se les decía a los feriados que el gobierno instituía para que el pueblo se sumase a los actos oficiales. Pues los dos días fueron declarados feriados provinciales. En cada comunicado y en las expresiones periodísticas de los testimonios gráficos que quedan, se destaca en todo momento la figura de Evita, “la que concita el amor de todos los humildes de la Patria”, como expresó Maya en su discurso de despedida.
La llegada y el recorrido
Habría que buscar mucho en los archivos para hallar otra visita presidencial a la ciudad tan extensa como ésta y con una agenda protocolar de estas características.
Llegaron al Puerto Nuevo a bordo del yate Tequara ante la mirada de miles de personas que colmaban las barrancas del Parque Urquiza desde hacía varias horas, procurando ocupar un lugar de privilegio. “Cuando alguien llegó a decir que el Tequara había sido avistado, entonces hubo vivas y aplausos, el entusiasmo se desbordó en la inmensa ola humana que pujaba por acercarse más y más hacia el lugar por donde habrían de descender el general Perón y su señora esposa. Los encargados de mantener expedito el camino y el orden, se mostraban casi impedidos de cumplir su cometido”, dice la crónica periodística de La Acción en su edición del día miércoles 24 de mayo de 1950. “Entonces se hicieron oír los pitos y sirenas de los barcos que había en el lugar y las alas de la patria surcaban el espacio (sic). De nuevo la avalancha de gente que pujaba por estar y ver más de cerca a quienes en esos momentos honraban a la tierra entrerriana. Después de no pocos esfuerzos, el general Perón y su señora esposa, y el general Albariño —quien ingresó a la embarcación a recibirlos— descendieron en el muelle por una alfombra roja y se ubicaron en el automóvil que habría de conducirlos hasta la Casa de Gobierno, escoltados por motociclistas de la Policía Federal y los Granaderos a Caballo, para dirigirse por la Avenida Laurencena, tomar por la Costanera alta y entrar por calle Buenos Aires, Rivadavia (Alameda de la Federación), Santa Fe hasta la Casa Gris. En todo el trayecto, las veredas tenían una concurrencia extraordinaria, y al paso de los distinguidos visitantes, éstos eran objeto de cálidas demostraciones de aprecio que de una u otra forma éstos retribuían”, agrega el mismo matutino aquel miércoles 24 de mayo.
El acto de traspaso de mando fue anunciado a las 15 pero finalmente se concretó a las 15.30 en el Salón Blanco de la Casa Gris. Antes, en el salón de la Legislatura, Perón y Evita ocuparon un palco mientras el público los vivaba fervientemente. Al poco tiempo se constituyó la Asamblea Legislativa de rigor, que invitó al Presidente a sentarse en el sillón principal para la lectura de un discurso. El texto fue un decreto que disponía el levantamiento de un mástil en el recinto, el cual se encontraba a un lado para ser inaugurado. Fue bendecido por el arzobispo Monseñor Zenobio Guilland. Y luego el mismo Perón izó la bandera en medio de aplausos. Nadie ahora tiene muchas certezas, pero es probable que el mástil que se encuentra allí, en la Cámara de Diputados, hoy sea el mismo de aquel momento.
Luego pasaron al Salón Blanco de la Casa de Gobierno para realizar el acto de traspaso. Evita se sentó en primera fila luciendo un traje oscuro, en compañía de otras damas paranaenses, entre ellas la delegada censista Juana Larrauri, que estaba al frente del Partido Peronista Femenino en Entre Ríos. A la escena se sumaron legisladores y ministros, tanto entrantes como salientes. Allí, luego de un breve discurso, Maya le entregó las insignias del mando al general Albariño: “Cumplo con el deber constitucional de entregar estas insignias de mando, este bastón del sucesor de Ramírez, al gobernador electo en los libéricos comicios de marzo”, dijo.
El desfile y los protocolos
Minutos después, la comitiva se trasladó al palco montado sobre Avenida Rivadavia, en la vereda de la Plaza Enrique Carbó, entre calles Santa Fe y Córdoba. Adelante, Perón, Albariño, Maya, Evita, el general Roberto Baldasarre, comandante de la Tercera División del Ejército, y Juana Larrauri, ocupaban los lugares más destacados. Desde las 16.30 y durante una hora vieron desfilar distintas delegaciones militares. “El comandante de las fuerzas del desfile, coronel Domingo Faustino Solari, acompañado de su ayudante el teniente primero Aguilar, se hizo presente frente al palco a los efectos de solicitar la venia para iniciar el desfile, obtenida la cual se dirigió al lugar donde estaba concentrada la tropa, dando comienzo al mismo”. A partir de allí hicieron su paso —en este orden— la Banda de la Base Aérea Militar General Urquiza, la Banda del Regimiento 12 de Infantería General Arenales (con asiento en Santa Fe), los jóvenes estudiantes secundarios del Liceo Militar General Belgrano, las tropas de Infantería del Regimiento 11 y el Regimiento 12. Luego fue el turno de las agrupaciones montadas, la fanfarria del Regimiento 3 de Artillería Montada, el Batallón de Granaderos a Caballo General San Martín (el más ovacionado por la gente y que llegó acompañando al presidente), las tropas del Regimiento 3 de Artillería Montada, la agrupación motorizada del Batallón 3 de Comunicaciones y el Batallón I de Zapadores del Ejército, y finalmente el Batallón de Exploradores Justo José de Urquiza de la Obra de Don Bosco.
Terminado el desfile, Perón abandonó el palco en el auto oficial, escoltado por los granaderos. Y aunque la gente en gran parte se desconcentró, muchos —cortando los cordones de seguridad— se abalanzaron sobre el auto para seguir con las muestras de afecto. A continuación, el Presidente y Evita se trasladaron al Parque Urquiza —a unas cuadras de allí— donde se realizó otra concentración popular, esta vez convocada por la Confederación General del Trabajo. La asistencia mayoritaria fue de las distintas delegaciones gremiales de la zona. Perón, Evita y el secretario general de la CGT, José Espejo, hicieron uso de la palabra. El escenario mayor de este acto estuvo colocado adelante del monumento al general Justo José de Urquiza. La reproducción en grande de los rostros de Perón y Evita y algunas inscripciones oficialistas se destacaban en la escenografía (1). Varios testimonios recuerdan que, para amenizar ese encuentro, estuvieron Los Cinco Grandes del Buen Humor, actores que por aquellos años triunfaban en el cine y gozaban de gran popularidad (originariamente fueron Zelmar Gueñol , Juan Carlos Cambon, Guillermo Rico, Rafael «Pato «Carret y Jorge Luz); también tocaron Francisco Canaro y su orquesta, entre otros números.
Con poco tiempo para el descanso, a la noche el gobernador ofreció una cena en honor de los visitantes en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, donde también concurrieron legisladores, ministros y representantes de instituciones obreras.
Sobre el lugar donde pernoctó la pareja, lamentablemente hasta el día de hoy no hay demasiadas precisiones. Es que mientras algunos creen recordar que durmieron en el Tequara, otros afirman que lo hicieron en el Hotel España, de calle Buenos Aires, que en ese entonces seguía siendo uno de los más importantes de la ciudad. Ese hotel fue aquel donde Perón vivió un tiempo cuando vino como subteniente a Paraná. Pero hay una mayoría de testimonios que señalan al yate como el lugar del descanso.
Al día siguiente, la Dirección de Prensa de la Provincia publicó la continuidad de la agenda oficial, con actividades más distendidas: un vino de honor a las 11, ofrecido por el comandante de la Tercera División Militar al Presidente de la Nación y su esposa; a las 12.30 un almuerzo en el Salón Blanco con los mismos invitados y para las 18 una marcha cívica desde Plaza Alvear —pasando por calle San Martín— hasta Plaza 1 de Mayo, donde Perón y Evita realizaron un homenaje al general San Martín en vísperas de la fecha patria del 25 de Mayo, para luego desconcentrarse en la esquina de Corrientes y Colón. A las 21.30 se presentó y brindó un espectáculo el elenco del Teatro Colón en el Parque Urquiza.
Evita recorrió mucho la provincia por tren, en aquella gira proselitista del marzo de 1950. Y efectivamente estuvo en otros lugares acompañando las actividades de Perón como presidente, por ejemplo en La Paz y Concordia. Indudablemente hay muchos episodios más, para investigar y contar en nombre de la memoria.
Claudio Cañete
Autor del libro Capítulos perdidos. Los días de Perón y Evita en Paraná