El 10 de septiembre de 1814 quedó marcado en la historia de Entre Ríos como el momento en que la región ganó su autonomía formal. Ese día, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de Posadas, firmó el decreto que daba origen a la provincia, separándola de la jurisdicción de Buenos Aires. Pero detrás de este hecho hay más que una simple decisión geopolítica: hay personajes que imaginaron una región autónoma y líderes que tomaron las riendas para convertir esos sueños en realidad.
Posadas no era ajeno a las complejidades que enfrentaba. En pleno contexto de las guerras por la independencia, el gobierno central buscaba no solo consolidar su poder, sino también contener las tensiones entre Buenos Aires y las demás provincias. Para el Director Supremo, reorganizar territorios era una medida necesaria para mantener el control. En su decreto no solo creó Entre Ríos como provincia, sino también Corrientes. Esta determinación se basaba en la necesidad de fortalecer el dominio patriota en la región mesopotámica, un área estratégica, rica en recursos y con una identidad propia que empezaba a formarse.
Sin embargo, ese documento por sí solo no bastaba. Hacía falta un líder que pudiera garantizar la estabilidad de la naciente provincia, alguien que conociera el territorio y sus desafíos. Ese hombre fue Tomás de Rocamora, un militar de origen nicaragüense que ya tenía una estrecha relación con la región. Desde sus años de juventud, había mostrado una gran capacidad para la organización y el liderazgo, características que lo llevarían a fundar varias ciudades clave, como Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú, entre 1783 y 1786.
Rocamora, que no fue solamente un hombre de armas, sino también un visionario, conocía el potencial de Entre Ríos y asumió el rol de comandante político y militar. Su objetivo principal fue claro: consolidar el gobierno y fomentar el crecimiento en cuanto a lo militar, pero también en términos de infraestructura y desarrollo económico.
La región no era un territorio fácil. Conformada por vastas llanuras y delimitada por los ríos Paraná y Uruguay, se encontraba en una posición estratégica para el comercio fluvial, pero también en el centro de disputas entre caudillos locales y el poder central. Rocamora, sin embargo, supo sortear las tensiones iniciales e impulsó un modelo de desarrollo basado en la ganadería y el comercio. La cercanía con los ríos permitió que el intercambio de productos, principalmente carne y cuero, se volviera el motor económico provincial.
Pero no todo era paz. Desde sus primeros años, Entre Ríos se vio inmersa en las tensiones que dividían al país entre centralistas y federalistas: caudillos locales como Francisco Ramírez comenzaban a gestar un sentimiento de resistencia al poder porteño. Joven y ambicioso, se convertiría en una de las figuras clave de la historia entrerriana. Apenas seis años después de la creación de la provincia, en 1820, llevaría la lucha por la autonomía a su punto máximo al proclamar la República de Entre Ríos. Aunque este estado independiente duró solo un breve período, su impacto fue duradero. Significó un grito de resistencia frente al centralismo porteño y consolidó a Entre Ríos como un bastión del federalismo. Ramírez, por su parte, se convirtió en un héroe para muchos, aunque su vida sería trágicamente corta.
Años después, otro entrerriano, Justo José de Urquiza, sabría aprovechar el legado de Rocamora y Ramírez. Bajo su liderazgo, la provincia no solo creció en términos económicos, sino que se convirtió en un actor clave en la política nacional. La Batalla de Caseros en 1852, que Urquiza lideró, marcó el fin de la era de Juan Manuel de Rosas y abrió el camino para la sanción de la Constitución Nacional en 1853, un hecho que consolidaría el federalismo en Argentina.
Urquiza, más que un caudillo, fue un estratega. Supo usar el poder económico de la provincia, basado en la ganadería y el comercio fluvial, para convertirla en un estado moderno y avanzado. Su papel en la historia argentina fue trascendental, pero siempre mantuvo su lealtad a Entre Ríos, una tierra que lo vio nacer y que le dio el poder para influir en la política nacional.
Más de dos siglos después de su fundación, Entre Ríos se mantiene firme en su legado. Desde sus primeras ciudades fundadas por Rocamora hasta el crecimiento económico y político impulsado por Urquiza, la provincia ha demostrado ser mucho más que un territorio estratégico. Es una tierra de líderes y de luchas, de progreso y de resistencia, cuya historia sigue viva en cada rincón de su geografía.
Fernando Piciana