Adrián Orellano, un entrerriano en la misión espacial más importante del país

Más de 10 años de trabajo, más de mil profesionales y 80 instituciones y empresas del sistema científico tecnológico nacional completan la Constelación SAOCOM, que representa la misión espacial más ambiciosa de nuestro país, ya que brindará importantes servicios para la producción agropecuaria y la gestión de emergencias ambientales, entre otros aspectos.

El satélite de observación SAOCOM 1B, junto con el SAOCOM 1A lanzado en 2018, conforman la Constelación SAOCOM. Ambos fueron desarrollados y fabricados en el país por la CONAE junto con la empresa INVAP, contratista principal del proyecto, la firma pública VENG, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Laboratorio GEMA de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Además, contó con la colaboración de la Agencia Espacial Italiana (ASI). La primera constelación de satélites radar nacional también forma parte del Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE) creado por la CONAE y la ASI.

La Campaña de Lanzamiento
La delegación técnica argentina responsable de la campaña de lanzamiento del satélite SAOCOM 1B partió el viernes 3 de julio hacia EE.UU., integrada por el Director Ejecutivo y Técnico de la CONAE, Raúl Kulichevsky, y cinco profesionales del organismo junto al representante de la Gerencia General de INVAP, Guillermo Benito, y 11 profesionales de dicha empresa. Luego de realizar una cuarentena preventiva de nueve días desde el ingreso a Estados Unidos, y dos Test PCR, con resultados negativos, el lunes 13 de julio los ingenieros de la CONAE e INVAP ingresaron a SpaceX.

Desde Cabo Cañaveral, Kulichevsky destacó que la Misión SAOCOM fue pensada para ofrecer soluciones a problemáticas locales de la Argentina que hasta hoy no pueden ser satisfechas con información de otros satélites. Además, nuestro país se posiciona en un selecto grupo de países capaces de desarrollar la tecnología radar para uso espacial. “La Misión SAOCOM está diseñada por argentinos para la Argentina”.

En total, la campaña de lanzamiento contó con la participación de más de 70 profesionales, distribuidos en Estados Unidos y en la Argentina, en las provincias de Córdoba y Río Negro y en la Ciudad de Buenos Aires. En el Centro Espacial Teófilo Tabanera de la CONAE, en Falda del Carmen, Córdoba, se ubica el Centro de Control de Misión SAOCOM. Desde Bariloche, trabajaron ingenieros de CONAE e INVAP que participaron en el desarrollo del satélite. En Buenos Aires estuvieron los equipos de CONAE, VENG y GEMA de la UNLP, que realizaron el diseño térmico de la antena.

Las actividades para el lanzamiento comenzaron el domingo 30 de agosto a las 9 de la mañana, con las primeras comunicaciones y verificaciones entre todas las sedes y las estaciones terrenas. A las 20:04 hs, Pablo Ordoñez, Responsable de lanzamiento del SAOCOM 1B, fue el encargado de confirmar a Spacex que el satélite argentino estaba listo para ser lanzado. A las 20:18 finalmente partió hacia su órbita, ubicada a 600 kilómetros de la Tierra.

Tecnología novedosa al servicio de la agricultura
La Misión SAOCOM lleva al espacio una compleja tecnología de observación de la Tierra, que representa una importante mejora respecto de los sensores ópticos usuales. Se trata de un instrumento activo que consiste en el radar SAR, que trabaja en la porción de las microondas en banda L del espectro electromagnético. Los satélites SAOCOM fueron especialmente diseñados para detectar la humedad del suelo y obtener información de la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica u hora del día. Esto es posible porque las microondas del radar son capaces de atravesar las nubes y “ver” aunque esté nublado, tanto de día como de noche. Estas características hacen que los SAOCOM sean especialmente útiles para prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes naturales o antrópicas.

Mediante un convenio de colaboración entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la CONAE, la información brindada por la Misión SAOCOM sobre humedad de suelo ayudará a que los productores sepan cuál es el mejor momento para la siembra, fertilización y riego, en cultivos como soja, maíz, trigo y girasol. Asimismo, brindará soporte en relación al uso de productos químicos para el control de enfermedades en cultivos, en particular para la fusariosis en el trigo. Un aporte no menor para el sector agropecuario lo constituye el pronóstico de inundaciones, que también aporta la misión SAOCOM, desarrollado en el marco de la cooperación entre el Instituto Nacional del Agua (INA) y la CONAE.

Uso de los datos SAOCOM
– Mapas de Humedad del suelo para uso agricultura e hidrología,
– Mapas de Riesgo de inundación;
– Mapas de Riesgo de incendios;
– Riesgo de enfermedades de cultivos;
– Escenarios para la toma de decisiones de siembra y fertilización;
– Determinar agua disponible en nieve para riego;
– Estudio de desplazamiento de glaciares;
– Estudio de desplazamiento del terreno, pendientes y alturas, entre otras aplicaciones.

SAOCOM en números
– 3.000 kilogramos de peso
– 4,7 mts. de altura y 1,2 mts. de lado, Plataforma de Servicio
– 3 Paneles Solares de 1,51 x 2,7 mts. cada uno. Total de 13m2.
– 35 m2 Antena Radar SAR desplegada
– 7 paneles de 1,5 x 3,5 mts. forman la antena radar
– 1.500 kg. Peso de la antena radar
– 225 imágenes SAOCOM por día
– 620 kilómetros la altura de la órbita

Un gualeguaychuense en la misión
Adrián Orellano nació en Gualeguaychú hace 36. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Don Tomás de Rocamora y el secundario en el Colegio Nacional Luis Clavarino.  Al terminar, ingresó a la  UTN FRCU de Concepción del Uruguay, donde obtuvo el título de ingeniero en Sistemas de Información. Tras recibirse, vivió un año en Gualeguaychú y luego se dedicó a viajar dos años por Sudamérica. Cuando regresó a Argentina se radicó en Buenos Aires y allí vive desde hace ya 8 años. “Todavía tengo un vínculo muy cercano con Gualeguaychú. Allá tengo a mi mamá, a mis tías, a todos mis amigos”, señaló.

Orellano es el responsable del instrumento SAR para la misión SAOCOM, esto es tanto para el SAOCOM-1A como para el SAOCOM-1B, para el Segmento de Vuelo. Esto significa que tiene a su cargo velar por la salud y el buen funcionamiento del Radar SAR, que es el único instrumento que lleva el satélite y con el cual se hacen las imágenes. Por otro lado, para el lanzamiento del Saocom-1B es el coordinador del equipo de especialistas de Buenos Aires que dan soporte al equipo de operaciones que se encuentra en el Centro Espacial Teófilo Tabaré, en Córdoba. Además del equipo de especialistas de Buenos Aires, hay otro equipo en Invap Bariloche y otro en Invap Córdoba. “Entre todos evaluamos y asesoramos al Centro de Operación de Misión, sobre el estado de salud de los subsistemas y ayudamos a la configuración para su correcto funcionamiento. En la misión, mi responsabilidad ha ido aumentando. Actualmente tengo un rol que es importante ya que implica cuidar, configurar y mantener el instrumento SAR en el segmento de vuelo. Es mi responsabilidad que el único instrumento que tiene el satélite, sus ‘ojos’, puedan ‘ver’ y producir imágenes”, detalló.

Al concretarse el lanzamiento, Adrián Orellano estuvo en la sede central de CONAE en Buenos Aires, junto al equipo de especialistas de Soporte de Ingeniería. “Para realizar esta tarea in situ preparamos estrictos protocolos junto al área de Seguridad e Higiene para mantener todos los recaudos a fin de cuidar nuestra salud y no exponernos a riesgos asociados a la pandemia”.

Sus pasos en la CONAE
Cuando entró en el proyecto, trabajaba en el área de Ingeniería de software, colaborando con el diseño y controlando los desarrollos que van dentro de las distintas computadoras del satélite. Luego pasó al rol de ensayos y verificación del Instrumento SAR. “Allí aprendí muchísimo de mis colegas y asumí nuevos desafíos, haciendo pruebas, corrigiendo errores y colaborando siempre con grupos numerosos de especialistas en el diseño del sistema. En este rol es donde aprendí mucho sobre el instrumento SAR, un Radar de Apertura Sintética, que es la carga útil que tenemos en el satélite”, recordó.

Para el lanzamiento del SAOCOM-1A, estuvo como especialista de Instrumento en la campaña de pre-lanzamiento en EEUU en la base Vandemberg de California y en Córdoba junto al equipo de Operaciones en la campaña de lanzamiento y puesta a punto del sistema. Luego asumió el rol de responsable de Instrumento SAR para ambos satélites, colaborando en el mantenimiento del SAOCOM-1A, las pruebas del SAOCOM-1B y la campaña de pre-lanzamiento en Cabo Cañaveral del SAOCOM-1B, donde se realizaron las últimas evaluaciones y las configuraciones finales.

Al principio, al presentarse la oportunidad de entrar en la CONAE, dudé de aceptar, porque como todos los desafíos grandes, uno duda de si podrá hacerlo. Pero cuando le conté a mis amigos, me apoyaron y me animé a aceptar ese desafío. Mi familia también me apoyó mucho, y todos estaban sorprendidos al ver que terminaba haciendo algo que me había apasionado toda la vida, especialmente en mi infancia”, contó, y luego reconoció que “no ha sido fácil, porque es un rubro muy poco frecuente y bastante desconocido incluso para los profesionales. Tiene sus propias reglas y conceptos, su vocabulario, tiene mucha electrónica, física, procesos y procedimientos de normas especiales. Un gran desafío que te obliga a aprender cosas nuevas al ser un rubro tan interdisciplinario. En nuestro país tenemos la suerte de que la escuela y la universidad pública te preparan para desafíos de este nivel. Para un ingeniero, es un gran placer poder aprender cosas nuevas de este tipo y aplicar otras que cuando las estudias en la facultad pensás que son demasiado específicas y que nunca las vas a usar. En la CONAE terminás usando todos los ‘trucos del manual”.

Respecto de las herramientas adquiridas en la Universidad, Orellano expresó que “la universidad te da las herramientas, después está en vos usar tu creatividad para resolver los problemas. Es una rama que tiene un gran equilibrio entre ciencia y arte ya que depende de la creatividad y el ingenio”.

De ahora en adelante
Actualmente, el Orellano está trabajando en poner a punto el SAOCOM-1B que terminó su etapa de Lanzamiento y Primeras Orbitas, (LEOP – Launch and Early Orbit Phase), lo cual llevó dos días: en las primeras 20 horas se desplegaron los paneles solares, la antena Radar, se configuró el modo Ciencia y luego se configuró y activó el sistema de propulsión, entre otras configuraciones críticas. En estos días se dará inicio a la segunda etapa: Tests en Orbita (IOT – In Orbit Tests) que durará un mes y medio aproximadamente y donde se hacen todos los chequeos en detalle y la configuración fina de todo el satélite y sus muchísimos subsistemas y computadoras: “Estas etapas son muy desafiantes porque hay un gran volumen de trabajo para testear cada parte y sistema y configurarlo, al mismo tiempo que se depende de las pasadas del mismo por estaciones terrenas que se encuentran distribuidas en distintas partes del mundo para brindarnos comunicación con el satélite.  Una vez terminado el IOT comenzaremos la etapa de calibración, que es más larga (6 meses aproximadamente) pero un poco más relajada en cuanto a volumen de trabajo. En esta etapa se corrigen las imágenes generadas para que representen de forma fidedigna los parámetros físicos de la tierra que se quieren medir”.

Adicionalmente en la CONAE hay otros proyectos, como el SABIAMAR un satélite de observación de la tierra con cámaras ópticas e infrarrojas que ya está en su etapa de diseño avanzado y se utilizará para estudiar los mares de Argentina y toda Sudamérica. Adrián Orellano ya está colaborando para este proyecto y espera poder ponerle más fuerza de trabajo una vez terminada la puesta a punto del SAOCOM.

El lanzamiento en primera persona
Estar en la misión ha sido emocionante desde el día en que entré en CONAE en 2013. Esa emoción fue cambiando de la que nace del aprendizaje (que sigue hasta el día de hoy en gran parte), a la emoción del lanzamiento, que se vive con una adrenalina y emoción totales, y con una sensación de fin de etapa y de comienzo de nueva etapa. Años de esfuerzo, arriba de un cohete que pone los frutos de tu trabajo a dar vueltas alrededor de la tierra, si pensarlo es una locura, imagínate lo que es vivirlo. Esa ansiedad que se siente, en mi caso se mitigó por dos motivos: uno es técnico, en ingeniería espacial, todos los riesgos siempre se mitigan con redundancias, mucho testing y planes de contingencia para todo lo que se pueda ocurrir, plan A, plan B, Plan C, sistemas automáticos para detección y corrección de fallas, Back Ups para todo y mucho trabajo en equipo para que no se nos pase nada. Saber cuáles son los escenarios y saber qué estás preparado y con procedimientos para encararlos te brinda muchísima más seguridad. El segundo motivo y creo que es el más importante, es que hemos estado demasiado ocupados para ponernos nerviosos. Estuvimos trabajando a full hasta el último día. Eso no te deja que vuele demasiado la neurosis y ayuda a las mentes inquietas”.


Sabina Melchiori

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