Alejo Peyret, trascendencia y legado

Nuestro paso por la vida es tan efímero, tan insignificante si lo comparamos con los tiempos astronómicos del Universo, que pareciera difícil lograr la trascendencia. Aún así, hubo personas, hombres y mujeres, que lograron trascender a sus propias muertes y al día de hoy seguimos recordando su accionar y fundamentalmente sus ideas.

En su mayoría, al día de hoy ya no quedan vestigios de sus cuerpos físicos. Sus componentes materiales, la carne, los huesos, se han transformado. Los átomos que los formaron se desunieron y se liberaron para ir a elaborar otras combinaciones.

Sin embargo, su legado intelectual, su pensamiento, ha quedado como patrimonio invaluable de la humanidad. Está en nosotros, las nuevas generaciones, saber aprovechar de la mejor manera posible el mismo.

Este es el caso de Alejo Peyret. Su cuerpo se ha transformado en cenizas que descansan eternamente en el Cementerio de la ciudad por la que lo dio todo, San José. Su pensamiento ha trascendido y sigue marcando el camino de quienes tomamos parte de sus ideas.

Nacido en Francia, el 11 de diciembre de 1826, en la pequeña localidad de Serres-Castet, actual Departamento de Pirineos Atlánticos, forjó su vida a base de un estudio metódico, una voluntad inquebrantable y el desarrollo de una inteligencia brillante.

Hacia el año 1844, obtuvo el título de Bachiller en Ciencias y Letras y luego estudió Derecho en el Colegio de Francia, París, donde fue discípulo de Edgar Quinet y el historiador Jules Michelet.

Con tempranos 25 años de edad, fue candidato a diputado por su departamento natal, para las elecciones de 1852. Sin embargo, luego de la proclamación de Luis Napoleón Bonaparte como Emperador francés, debió exiliarse.

De esa manera arriba al Río de la Plata. Recala en la Ciudad de Montevideo un 04 de noviembre de 1852. Desde la otra orilla del Uruguay, defendió fervientemente la causa de la Confederación Argentina a través de un periódico llamado El Comercio del Plata, que estaba bajo la conducción de José María Cantilo.

Tiempo después, Alberto Larroque, Rector del Colegio del Uruguay, le ofrece el cargo de profesor. El mismo le fue confirmado con la designación realizada por Juan María Gutiérrez, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción, quien lo nombró catedrático en Francés y Geografía.

Obrero incansable por el progreso social, impulsó la creación de la Sociedad de Socorros Mutuos “La Cosmopolita”, hacia 1856, en Concepción del Uruguay.

Hacia el año siguiente, 1857, tuvo lugar un hecho importante y que lo transformaría, pasados ya los años, en la figura más destacada de la historia sanjosesina. El Presidente Gral. Justo José de Urquiza lo nombra como Director y Administrador de la Colonia San José.

Desde este lugar va a realizar una prolífica labor durante trece años, en los cuales desempeñó los cargos de Administrador, Director, Juez de Paz, Comisario, Presidente Municipal de San José y oficial del Primer Registro Civil. Es de destacar que convocó para trabajar y formar la Colonia a hombres y mujeres de todas las religiones y pensamientos políticos, pues esa era su filosofía.

De sus reflexiones en medio de la praxis administrativa tenemos obras como Algunos apuntes sobre la Colonización para la Provincia de Entre Ríos, que en uno de sus pasajes contiene explícito su pensamiento desarrollista, buscando la grandeza del pueblo. Dice:

[. . .] Mientras tanto, a la misma fecha, los Estados Unidos de Norte América que reciben todos los años centenares de miles de emigrantes tendrán cien millones, es decir que, los Estados Argentinos serán una nación microscópica al lado de aquella, que apenas pesará en la balanza de las naciones, apenas contará en el equilibrio general del mundo. Y, como la lucha es la ley de todos los seres, de los pueblos como de los individuos, como generalmente poco se respeta a lo que es débil y no se hace respetar por sí mismo, podría suceder muy bien, que la nación Argentina desapareciese absorbida por un poderoso conquistador.

Además, puede vislumbrarse más adelante en la misma obra la importancia que le daba al municipalismo, sostenía que “nadie mejor que los gobiernos locales y los municipios están para conocer las necesidades del país”.

Sin embargo, Peyret es asimismo sinónimo de federalismo. Hacia 1873 envió numerosas cartas al Diario La República, de Buenos Aires, en las cuales condenó el asesinato de Urquiza y la intervención federal dispuesta por el Presidente Sarmiento. Expresaba en la carta fechada el 9 de junio de 1873 que “venían a cometer un crimen mayor todavía porque venían a matar la autonomía, la soberanía provincial, es decir, el fundamento primordial de la República; venían a destruir el derecho federativo en su germen”.

La Masonería también formó parte de su vida. Algunos documentos indican que fue iniciado en Francia. Hacia mediados de 1860 ingresa en la Respetable Logia “Jorge Washington” N° 44 de la Ciudad de Concepción del Uruguay, la cual en este año festeja su bicentenario. Allí realizará una vasta labor, ocupando diferentes cargos dentro de la misma y destacándose como Orador. A raíz de su iniciativa, la Logia decide la creación de la Biblioteca Popular “El Porvenir” y la Asociación Educacionista “La Fraternidad”, que hasta la actualidad sigue cumpliendo su primigenio rol filantrópico de posibilitar a estudiantes de todo el país cursar sus estudios secundarios.

Años más tarde en su vida, publicará varias obras entre las que se encuentran “Los orígenes del cristianismo”, “El pensador americano”, “Historia de las religiones”, y “La evolución del cristianismo”.  Será designado Inspector de Colonias mediante un decreto del Presidente Miguel Juárez Celman, participará de la Exposición Universal de París y del Congreso que se diera en llamar Segunda Internacional Socialista, y será elegido primer Presidente de la Alianza Francesa de Buenos Aires. Del desempeño de tantos y tan importantes lugares como así también la enorme producción intelectual y su colaboración inclaudicable para la formación de instituciones, podemos inferir que sabiendo aprovechar el tiempo, que se nos escurre y no vuelve jamás, con un poco de voluntad y llamando al servicio a nuestra inteligencia, ilustrada por la razón, las ciencias y las artes, podemos realizar la obra que queramos.


Carim Quiroga Laurent
Secretario del HCD de San José

Notas relacionadas