El Museo del Carnaval de Gualeguaychú celebra su primer aniversario

En Gualeguaychú, como en tantas otras localidades por donde el tren dejó de pasar, el parque de la estación de ferrocarril fue convirtiéndose año a año en un espacio público destinado al esparcimiento y la recreación.

En 1997 se inauguró allí el primer corsódromo del país. La pasarela -de 500 metros de largo- se construyó sobre parte del trazado de la vía, quedando la estación en la mitad del recorrido. A pocos metros de esa pista, que es epicentro de uno de los espectáculos a cielo abierto más imponentes del verano argentino, funciona –dentro de un coche comedor- el museo ferroviario, un bastión de lo que fue aquel sitio hasta hace no tantos años.

Con el propósito de resignificar los espacios que en otros tiempos formaban parte de la actividad ferroviaria, uno de los galpones fue convertido en el Centro de Convenciones de la ciudad, y desde hace un año (el 18 de mayo de 2019), el antiguo galpón del taller del Ferrocarril, pasó a ser el Museo del Carnaval.

Que Gualeguaychú mostrara algo de su principal atractivo durante todo el año, era un pedido de muchos, principalmente de los prestadores turísticos; y la primera vez que se escuchó hablar sobre un proyecto concreto de museo, fue a principios de 2016 cuando se realizó la muestra “¿Momo está? Tradición y Vigencia del Carnaval en Gualeguaychú”. Esa fue una exposición de fotografías, documentos históricos, diseños de trajes y carrozas, vestuario e instrumentos musicales que reflejan la larga tradición que tiene el carnaval en Gualeguaychú. Y en agosto de ese año, el intendente Martín Piaggio realizó la apertura de los sobres para la licitación de la obra del Museo de Carnaval. El objetivo fue, según manifestó en aquel momento, “recuperar un espacio de nuestra ciudad, con historia como son los galpones de la vieja estación de ferrocarril, para transformarlo en un lugar de encuentro para los vecinos, donde puedan pasar un buen momento y disfrutar de diferentes actividades”.

Espacio 360 grados

Desde entonces, el Municipio convocó a los vecinos a contribuir con donaciones de objetos relacionados a la historia carnavalera. “La creación de un museo tiene una dinámica propia, que se extiende en el tiempo y de la que cada ciudadano puede ser partícipe”, se señaló desde el área de Prensa, y la respuesta fue contundente. La primera donación fue la escultura “Poema de Carnaval” del artista Oscar Rébora, confeccionada en bronce martillado, sobre un pedestal de granito.

Por otra parte, Juancho Martínez, histórico personaje del Carnaval de Gualeguaychú, donó documentos correspondientes al Corso Popular del año 1977, el cual incluye desde reglamentos, puntajes del jurado y entrega de premios.

Por aquellos días también se recibió un diseño de vestuario del artista y director de comparsas Mario Martínez realizado para Papelitos 2016; una antigua bandera de apertura de la comparsa Papelitos, del Club Juventud Unida, edición 1999, dirigida por Numa Frutos. También llegaron de manos del estilista Saúl, tres trajes fantasía, que portara de manera excepcional para las comparsas Marí Marí, Kamarr y Papelitos.

Además, Verónica Gestro, junto a su hija Marcia, compartieron el valioso material fotográfico, artístico y documental, atesorado por la familia del genio indiscutido, José Luis Gestro, que tanto dio al Carnaval de Gualeguaychú.

El carnaval uruguayo también es parte del museo, a partir de la donación de un afiche publicitario de las Fiestas de Carnaval de 1943, que fue traída por el director del Museo del Carnaval de Montevideo, Alejandro Rubbo, quien expresó “nuestro deseo es donar al Museo del Carnaval de Gualeguaychú algo autóctono y representativo de nuestro Carnaval uruguayo, para que forme parte de su acervo patrimonial”.

El caracterizador y maquillador, Gervasio Larrivey aportó sus primeras herramientas de trabajo: una paleta de sombras que armó él mismo sobre un pedazo de imán en un portadocumentos y su primer pincel profesional de maquillaje. Además, donó unas 300 fotos de maquillajes, caracterizaciones, pruebas, inspiraciones, el paso a paso y los backstages, equipos y mesas de trabajo, antes y después, reinas, trajes de fantasía, solistas y pasistas, recortes de diarios y revistas. “Registros que documentan 13 años de trabajo y mucho amor por una fiesta que fue mi gran escuela y laboratorio de aprendizaje”, escribió en su cuenta de Instagram.

Cornetas del corso Matecito

El Museo y sus carnavales
Impacta tanto como el espectáculo que se realiza cada sábado de enero y febrero a pocos metros de sus instalaciones. Brinda la posibilidad de apreciar en detalle la confección de los trajes y valorar su evolución. Hay una habitación donde las paredes son mega pantallas led que reproducen una noche de carnaval en 360 grados, de modo que estar ahí dentro se parece a estar de pie en medio de la pasarela.

Tanto en su interior, como en el sector externo del museo, se pueden observar mega esculturas que han formado parte de las carrozas de diferentes ediciones del Carnaval del País, lo cual atrae a chicos y grandes. Una escultura representa a María del Carmen Doffi, de la ciudad de Victoria, profesora de Danzas, bailarina y pasista de carnavales, que participó en Gualeguaychú por 15 años en las comparsas Kamarr, Papelitos y Ará Yeví.

Hay dispositivos electrónicos para leer sobre su historia y conocer detalles de cada una de las comparsas que conforman el gran espectáculo. Por ejemplo, la razón por la cual la comparsa del club Juventud Unida se llama Papelitos. Una pista: hay en exposición un traje de papel.

El corso popular Matecito también cuenta con un espacio destacado dentro del museo. Principalmente la corneta, instrumento exclusivamente gualeguaychuense, que no se ve ni se escucha tocar en otra parte del mundo, sello distintivo de las murgas y conjuntos carnavalescos de esta ciudad del sur entrerriano.

Si van menores de edad, los guías les prestan accesorios y atuendos para sentirse parte del espectáculo.


Sabina Melchiori


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