Emilio Brunetti y José Luis Seco Pon, luthiers apasionados en el sur entrerriano

Emilio Brunetti y José Luis Seco Pon son, ante todo, amigos. Siendo adolescentes compartieron salidas, clubes y bandas de rock. Viviendo en Buenos Aires trabajaron en la gastronomía de manera profesional, para lo cual se habían preparado académicamente. Sin embargo, una particular pasión los fue conquistando de a poco. Hoy, administran el único taller de luthería de Gualeguaychú.

Emilio tiene 39 años, está casado con Vanesa Lambruschini y juntos tienen un hijo de 6 años llamado Hipólito. Es hijo de una conocida profesora de música de Gualeguaychú, Amanda Lonardi, y todos sus hermanos son músicos. Siendo adolescente, por amigos en común, conoció a José Luis. Frecuentaban los mismos lugares, las mismas plazas, playas, el parque, los clubes, y además, compartían la pasión por la música. Ambos tenían bandas de rock.

Al terminar el colegio secundario, como muchos jóvenes de Gualeguaychú, migraron a Capital Federal para estudiar y trabajar y nuevamente coincidieron, pues los dos trabajaron en la gastronomía de manera profesional, cocinando, gestionando restaurantes, armado de cartas, recetarios, haciendo costos e incluso capacitando personal. Sin embargo, y también a los dos, el milenario oficio de la luthería los fue atrapando de a poco. Lentamente, pero con tal contundencia que un día decidieron abandonar aquello a lo que se dedicaban y para lo cual se habían preparado académicamente y montaron un taller. Primero en Capital Federal, y desde hace dos años, en Gualeguaychú.

En la luthería convergen varias técnicas, oficios y disciplinas: la carpintería, la física, la acústica, la ebanistería, la electrónica, la pintura, la ergonomía, y conceptos de diseño, combinación de formas y colores.

Durante cuatro años, se capacitaron en diferentes escuelas en la ciudad de Buenos Aires mientras ejercían su profesión gastronómica: “Son escuelas teórico/practicas, en donde se va aprendiendo el oficio, el concepto de acústica, la estructura de la fibra de la madera, el uso de herramientas tanto eléctricas como manuales. La escuela fue un puntapié principal para que empecemos a desarrollarnos como luthieres, igualmente, como en todo oficio, el recorrido de aprendizaje más importante se genera con el tiempo y trabajo. Cada pedido por parte de nuestros clientes es un nuevo desafío, ya que los instrumento son personalizados y eso hace que tengamos que diseñar y desarrollar a demanda”.

Aunque se trata de un oficio antiguo, la luthería requiere de una capacitación constante y de la adaptación a las técnicas modernas de construcción. Emilio y José Luis, diseñan moldes, planos y plantillas con software de diseño y AutoCAD. Además, están en contacto con un grupo grande de lutieres del país y de la región. Y como los dos también son músicos, tocan los instrumentos que fabrican. En la actualidad Emilio toca folclore con uno de sus bajos eléctricos y José Luis tocó tango con unas de sus guitarras criollas.

¿Qué ventaja tiene una guitarra hecha artesanalmente ante una industrial? ¿Cuál es el proceso, cómo se elige la madera, los detalles del diseño, qué tanto interviene el cliente? ¿Han llegado clientes con la guitarra ya diseñada pidiéndoles que la construyan?
La ventaja principal es que el cliente adquiere la experiencia única de ver nacer el instrumento, de elegir hasta el último detalle, desde el tablón de madera en bruto, hasta los mecanismos, terminación de pintura, electrónica, ensamblado final y ajuste. Esta experiencia se genera durante el periodo de construcción, la comunicación ida y vuelta, la infografía del desarrollo del instrumento, la materialización de sus ideas.
El proceso de construcción demora unos 6 meses aproximadamente, dependiendo la complejidad de la construcción y el proceso previo que nos pueda llevar el diseño. Hacemos modelos clásicos, dónde la etapa de diseño es más acotada, pero también tenemos nuestros propios diseños de guitarras eléctricas, bajos, acústicas y clásicas. En estos casos, al ser ciento por ciento personalizadas, el cliente interviene directamente en el diseño modificando o agregando lo que considere oportuno para la ergonomía, sonido o estética según su gusto personal.
La elección de las partes y maderas del instrumento por parte del cliente se genera en el inicio del proyecto, siempre asesorado por nosotros, ya que cada madera tiene diferentes propiedades físicas, sonoras y por supuesto estéticas. Es un camino muy lindo y emocionante, tanto para el cliente como para nosotros, tal es así que siempre nos terminamos haciendo amigos de quienes nos eligen como constructores de sus guitarras. Somos muy apasionados con lo que hacemos y creemos que el cliente lo percibe.

¿Cuáles son las mayores satisfacciones que les ha dado la luthería?
Trabajar de manera independiente, rodeado de artistas y amigos, la devolución de nuestros clientes con el trabajo realizado, y También es muy satisfactorio y emocionante el hecho de que músicos que nos cautivan y conmueven expresen su arte mediante instrumentos que fabricamos con nuestras manos.

¿Hay algún músico de renombre que toque un instrumento de ustedes? ¿Cómo hacen para que los músicos prueben lo que ustedes hacen?
Sí, a Ariel Pozzo, guitarrista de Miguel Mateos, le hicimos tres guitarras y estamos realizando la cuarta. Además, le hicimos una guitarra y bajo a músicos de la banda Científicos del Palo, banda Marplatense y conductores del canal Doble bobina. También a Pablo Fontanive, bajista de Nuestra Raza (Ex Callejeros), y muchos otros músicos y artistas que realizan trabajos de sesión y acompañan a otros artistas en grandes escenarios.

¿Cuántos instrumentos han construido desde que empezaron?
A la fecha hemos realizado más de cincuenta y tenemos en proceso unas quince más. Al principio le poníamos un número de serie, pero en el medio perdimos la cuenta. Aprovechando esa excusa, nos convencimos de la idea de dejar de enumerarlas ya que eso lo vinculamos más con una fábrica que con un taller de instrumentos artesanales.
También ofrecemos un servicio técnico, donde se realizan reparaciones, restauraciones, calibraciones, trabajos de pintura y de electrónica. En este rubro atendemos entre 250/300 instrumentos por año.

¿Cuáles son sus sueños, objetivos, metas?
Trabajar de este hermoso oficio, relacionado al arte, con un amigo de toda la vida, en esta ciudad que amamos, inclusive en estas circunstancias adversas debido a la pandemia, es para nosotros realmente un gran sueño cumplido. Nuestros objetivos y meta es poder mantenerlo en el tiempo, intentando llegar a más artistas y generando más vínculos y amistades.


Sabina Melchiori

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