En esta primera etapa en pos del reconocimiento que se merecen quienes habitaron estas tierras hace dos mil años, se repartirán láminas en escuelas ─y anotadores y señaladores entre la población─, con imágenes de aborígenes en tiempos de paz. El objetivo es cambiar el estereotipo indígena violento abonado desde la generación del 80 que lo consideraba bárbaro y de menor
Las láminas muestran a familias demostrándose cariño, mujeres conversando, muchachos compartiendo un mate… nada que ver con aquellas figuras de indígenas enojados, despeinados y con lanzas que ocuparon durante años las páginas de los manuales escolares. Esta es una versión nueva pero fundamentalmente es una versión justa.
Oyé nden significa “guardamemoria” en lengua chaná. Los creadores del proyecto así llamado y financiado por el Ministerio de Cultura de la Nación a través del programa Puntos de Cultura, son Paulina Lemes, Victoria Frigo y Marcos Henchoz.
En dialogó con Paulina Lemes, quien aprendió muchísimo de nuestros pueblos originarios nada más y nada menos que del arqueólogo Manuel Almeida. Con él, Paulina compartió campamentos y expediciones en el monte que fuera habitado ─hace al menos dos mil años─ por los chanaes: “Almeida dedicó 40 años de su vida, dinero, desvelos, y amarguras, y alegrías para desenterrar lo que no sabíamos. Miles de fragmentos de vasijas hablan de miles de personas que no están y que necesitan que no las olvidemos, que no las ignoremos”.
Las imágenes de las láminas, señaladores y anotadores Oyé nden se basan “en lo hallado y documentado y también en parte a lo que fue imaginado, pero nos pareció esencial representar a los abuelos indios en tiempos de paz para cambiar el estereotipo indígena abonado desde la generación del 80” explican los autores del proyecto, quienes dedujeron que “si en el museo Almeida hay ollitas de juguete, es porque hubo niños sonrientes y tiernos. Si alguien les enseñó las artes de la alfarería, es que hubo adultos amorosos y pacientes. Si hay armas de hueso talladas tan prolijamente, es que hubo hombres tranquilos y esforzados. Si hay arte en la decoración incisa, es que hubo mujeres artistas con inquietudes hacia la belleza”.
Vacas sí, indios no
Cuenta Paulina que “Entre Ríos fue la primera provincia declarada libre de indios Hernandarias trajo vacas cimarronas que fueron su gran tesoro ya que los terratenientes querían campos con vacas y sin indios y ese fue el motivo de la violenta persecución y exterminio de la cultura chaná. Fue tan así que hasta se llegó a creer que su lengua estaba muerta, hasta que Blas Jaime se animó a hablar y contó que tenía ese tesoro dentro de su memoria y de las mujeres de su familia y nos legó el diccionario de la lengua chaná para nuestros regocijo y reconocimiento de la identidad.
“En los manuales de estudios y revistas se representa la indio enojado con una lanza en la mano. Esa habría sido la única imagen que yo hubiera tenido, de no haber sido porque conocí a Don Manuel Almeida y estuve dentro de un pozo arqueológico rescatando del olvido los fragmentos de la historia de los vencidos” cuenta Paulina, quien en base a esa experiencia construyó relatos que inspiraron a Victoria Frigo para dibujar. “No hay muchas imágenes para trabajar en las escuelas, por eso quisimos darles un rostro”, señaló.
Orgullosamente mestizos
Paulina Lemes afirma que “la cultura chaná no ha desaparecido del todo, en medio de la persecución muchos se mezclaron con la población rural, muchos se mimetizaron silenciando las palabras para sobrevivir, pero aún existen en nuestra genética”.
Este proyecto también intenta “que ser descendiente de pueblos originarios sea un honor”. Aunque en ese sentido aclaró: “Tampoco queremos romantizar la figura del indio, fueron personas con errores, angustias y alegrías como nosotros. Queremos reconocerlos como iguales, como parecidos, como parientes, que seamos orgullosamente mestizos”.
“Este es uno de tantos granitos que queremos aportar en el reconocimiento de nuestros abuelos chanáes como nuestros parientes, como personas comprometidas con el medio ambiente, la protección de las mujeres, la familia. No ha sido de las culturas más evolucionadas de América, pero es la nuestra y conocerla, descubrirla en sus detalles y maravillas sencillas hará que sea imposible olvidarla. Es un proyecto en su honor y en honor a quienes han dedicado su vida para mostrarnos la parte de la historia que faltaba”.
Sabina Melchiori